Los ateos hemos sido la minoría más perseguida y discriminada
(Colaboración de David Osorio para el blog Confesiones de El Tiempo.)
Hace unos días, El Tiempo publicó un artículo sobre la Asociación de Ateos y Agnósticos de Bogotá (AAAB) y la labor que hacemos de velar por la estricta separación entre el Estado y las iglesias.
En este mismo blog, la teóloga Isabel Corpas de Posada ha comentado el artículo al que queremos responder.
Dice Corpas, investigadora del hecho religioso:
El mundo ha cambiado. Actualmente la Iglesia y el Estado tienen, cada uno, su propio fuero.
En teoría y en la Constitución, es así. En la práctica, no. Sabemos que Corpas lee la prensa, pues leyó la nota sobre la AAAB, pero nos preguntamos si tendrá noticia de las actuaciones del señor Alejandro Ordoñez, quien dirige hoy por hoy la Procuraduría, pretendiendo tratar a los pecadores como del ordenamiento jurídico colombiano delincuentes -incluso llegando a incurrir en conductas típicamente delictivas, como la violación de la reserva judicial-. Para personajes de este calibre, el laicismo no existe y eso pone en riesgo el ejercicio, goce y disfrute de los derechos y libertades de todos aquellos que no suscribimos la religión mayoritaria del país.
Además de la AAAB, pocas ONG, por no decir que ninguna, han hablado abiertamente de la necesidad de respetar el carácter laico del estado colombiano. Mientras se discutía la reglamentación de la eutanasia (que la Corte Constitucional dio por exequible) el entonces presidente del Congreso, el señor Roy Barreras, muy presto obedeció la orden de Rubén Salazar y pospuso el debate – algo que además estaba en consonancia con su promesa a las iglesias cristianas a donde el señor Barreras fue a hacer proselitismo durante su campaña, lo que le valió la curul y posteriormente una demanda de las Veedurías Ciudadanas.
Un caso similar fue cuando el séquito del concejal Marco Fidel Ramírez, el autodenominado defensor de la moral, celebraba hombro a hombro con los neonazis (!), el hundimiento del proyecto de matrimonio igualitario. ¿Vio Corpas ese lamentable debate del Congreso, en el que ni uno sólo de los opositores del proyecto dio un argumento de derecho… sino todos teológicos?
O, acaso, ¿alguna vez se ha cruzado Corpas con un policía, cuyo escudo tiene el lema de «Dios y Patria»? ¿En serio debemos sentirnos representados y protegidos los ateos, los agnósticos, los politeístas y otras minorías no-cristianas por los uniformados? ¿Sería justo que el escudo pusiera «Buda y Patria»? ¿Y acaso qué deben sentir los indígenas o los satánicos cuando ven a un agente de policía?
La señora Corpas no feliz con afirmar que existe lo inexistente se fue lanza en ristre contra nuestra postura.
«Dice la nota de prensa que el objetivo de la primera Asociación de Ateos y Agnósticos de Bogotá (AAAB) es «luchar por la separación entre el Estado y la Iglesia y velar porque los credos no coarten las libertades individuales», y precisa que son «abanderados de una lucha que busca que los recursos públicos dejen de ser invertidos en obras o eventos relacionados con la religión», como el envío de representantes del gobierno ante el Vaticano.
Otra propuesta que tampoco hay que ser ateo y/o agnóstico para compartir.»
No, no hay que ser ateo o agnóstico para compartir la defensa de las libertades individuales y el despilfarro de dineros públicos en creencias privadas. Nuestros motivos para no creer no nacen de nuestro alto sentido cívico e ilustrado de defender el laicismo – es al revés, este nace para hacer respetar nuestros derechos como no-creyentes.
Es muy cómodo el privilegio religioso, y dejar que los pastores envenenen las políticas públicas de todos, con las creencias particulares de unos pocos.
Ciertamente, Corpas tampoco se ha enterado de que en el concierto Bogotá Góspel 2012, la concejal Clara Sandoval se ha empecinado en hacer pasar por promoción del amor recibimos amor cristiano a cascoporro: patadas, puños y destrucción de nuestra propiedad por pedir que sean los cristianos quienes se paguen sus propios conciertos. Y para la versión 2013 pretendieron que se les asignara la mitad del presupuesto del Festival de Verano («No robarás», ¿cierto?), lo que frustró la realización del concierto – el hecho de que esté constitucionalmente prohibido simplemente les trajo sin cuidado.
Nos acusa Corpas:
«A lo mejor se habrían organizado ateos y/o agnósticos para protestar por las injusticias de una sociedad sin corazón, por los atropellos que se cometen contra los más vulnerables, por los silencios y las omisiones de los medios de comunicación, por las desigualdades socioeconómicas… Por la violencia, por la corrupción, por la mentira que reinan en nuestro mundo de hoy.
No era el tono de su protesta, que yo -teóloga y creyente- ciertamente habría compartido.»
De hecho, ese es el tono de nuestra propuesta. A lo largo de la Historia, los ateos hemos sido la minoría más perseguida y discriminada. Tan es así, que los mismos defensores de las minorías ni siquiera nos mencionan cuando hablan de las minorías. Salvo en las sociedades más civilizadas, declararse ateo en pleno siglo XXI conlleva una serie de riesgos que van desde la condena a la horca, hasta el repudio familiar, la pérdida de amigos, la condena al ostracismo social y la estigmatización. Eso nos hace los más vulnerables; lo único que garantiza un trato igualitario hacia nosotros es el respeto del laicismo y la libertad de cultos, que en Colombia, es un simple saludo a la bandera.
Si algo ha caracterizado a la Asociación de Ateos y Agnósticos de Bogotá es la protesta por las desigualdades socioeconómicas. No nos explicamos cómo es que el país teniendo tantas necesidades materiales, con desplazados y personas que se mueren de hambre y una alarmante tasa de desempleo, se dé el lujo de eximir de impuestos a las iglesias. Tampoco nos cabe en la cabeza que un departamento con necesidades tan acuciantes como es Santander destine la mitad de sus regalías, la friolera de 43 mil millones de pesos, a la construcción de una estatua gigante de la figura mitológica de Jesucristo o que el ministerio de cultura regale mil millones de pesos a la Iglesia Católica, que se fueron en licitaciones del órgano de la Catedral Primada. No es como si las arcas vaticanas tuvieran todo el dinero del mund… ohh, momento – sí lo tienen. Perfecto, hablemos de desigualdades socioeconómicas y cómo el fruto de nuestro trabajo se está yendo en promover creencias privadas.
Y Corpas no fue quien vio incrementada la estigmatización contra su comunidad cuando el presidente Juan Manuel Santos decidió discriminar a los ateos al afirmar que «los poderes político y religioso no deben estar separados» y que la falta de creencia es como llevar un barco sin rumbo alguno, mientras hacía proselitismo en la Misión Carismática Internacional.
Corpas pensó que nos alejamos de los aportes de Richard Dawkins, Christopher Hitchens o Michel Onfray a la humanidad. En el caso de la Asociación de Ateos y Agnósticos de Bogotá, nada más lejos de la realidad. Para nosotros la mejor forma de tomar decisiones es la razón, pero esto no le quita fuerza a nuestras reivindicaciones como ciudadanos colombianos de que con dineros públicos no debe favorecerse credo o denominación alguna, y que las políticas públicas no deben ser moldeadas por doctrinas particulares.
Lamentamos decirle que se equivoca, señora Corpas. Las religiones siguen siendo una amenaza para la igualdad y las libertades civiles – se lo puede decir cualquier mujer a la que le han rebanado el clítoris en los países de la sharía, o cualquier miembro de la población LGBTI en Rusia, o cualquier persona que haya perdido a un familiar en los ataques contra las Torres Gemelas.
Ahora bien, podemos empezar a debatir en serio sobre lo nocivas que son las creencias irracionales, como la contaminación desinformativa sobre el cambio climático (porque somos el centro del Universo, y dios no dejaría que el planeta entero se vuelva inhóspito para los humanos) o seguir maravillándonos de que haya gente que cree que la Tierra tiene 6000 años de antigüedad. Yo haré lo primero, si alguien decide decantarse por lo segundo, por favor tenga la delicadeza de dirigirse a los ateos y agnósticos con más respeto y sin condescendencia. Hasta donde sabemos, ese es un requisito para todos los participantes de este blog.