Carta a la Iglesia Católica colombiana
(Pueden firmar la carta en Change, y hacérsela llegar al episcopado colombiano)
Bogotá, Abril 23 de 2013
Consideramos su homofobia como absurda y retrógrada. Pero peor aún es inadmisible que intervengan en el Congreso para promover el hundimiento del proyecto de ley de matrimonio igualitario. Le recordamos a su iglesia, y lo haremos cuantas veces sea necesario, que Colombia es un Estado Laico, y por lo tanto las iglesias no deben hacer que sus doctrinas y visiones sean convertidas en leyes, ni el Estado debe fijar dogmas religiosos.
Así como el Congreso no debe interferir en sus dogmas particulares ustedes no deben interferir en un asunto que es de libertades civiles y que afecta a ciudadanos que no necesariamente comulgan con su iglesia, o que lo hacen pero no siguen sus estrechas visiones sobre la sexualidad y la familia. Esto último es una señal que debería decirles algo sobre los vientos de cambio sociales de estas nuevas generaciones.
No hay nada que les genere a ustedes tanta incomodidad como aquellos que no nos ajustamos a sus moldes o los que pensamos que los seres humanos somos libres para elegir con quien hacer un proyecto de vida en pareja o con quien tener sexo. El horror por lo diferente hizo que llevaran a la hoguera a valdenses, judíos, protestantes y homosexuales en el pasado. Hoy a los homosexuales solo les pueden quemar con sus prédicas discriminativas y con muchos protestantes se han unido para discriminar. Francamente triste y lamentable.
Causa sorpresa que la Iglesia Católica dice no ser homofóbica pero se opone al avance de derechos para la comunidad LGBTI cada vez que ha podido y lo hace con más fuerza en la medida que su entorno social lo permite. Ahora en Colombia niega a las parejas del mismo sexo la posibilidad de acceder a un contrato civil – óigase muy bien, civil- de matrimonio, diciendo que no es homofóbica, pero, en Uganda calla mientras hace curso un proyecto de ley que quiere imponer la pena de muerte para los homosexuales. En el 2006 la Iglesia Católica en Colombia se opuso a un proyecto de ley que trataba solamente los derechos patrimoniales de las parejas del mismo sexo y luego a la posibilidad de ser constituir uniones de hecho. Otro ejemplo es que el Vaticano se negó a firmar la declaración de la despenalización global de la homosexualidad de la ONU en 2008, lo que sin duda tiene efectos directos en las penas de muerte a homosexuales en el mundo musulmán y en el África Subsahariana. Lo que muestra que en realidad la homofobia está enquistada en el seno de la Iglesia Católica.
Resulta también curioso que en el siglo XIX se oponían al matrimonio civil por ser “dañino para la sociedad” además de considerarlo “no válido”. Vea pues, si el matrimonio civil no tiene valor para su iglesia, ¿por qué negarles este contrato civil a unas personas que por generaciones han despreciado? ¿No son los mismos argumentos que usan hoy contra el matrimonio igualitario?
No obstante, detrás de tanta prédica homofóbica y antiderechos hay una realidad muy distinta. En el seno del clero de su iglesia también hay gente gay, como en todos los municipios de Colombia y en todas las profesiones. Viene a nuestra mente el caso de los sacerdotes Rafael Reátiga y Richard Píffano quienes presionados por la homofobia que con vehemencia ustedes sustentan en el mundo, pagaron a un sicario para que pusiera fin a sus vidas para que no trascendiera su homosexualidad y que presuntamente eran pareja. Curiosamente el Cardenal Salazar afirmó ante la prensa que todo era “un montaje” dejando a un lado las evidencias presentadas por la Fiscalía. Y es que justamente dejar a un lado las evidencias es algo que su institución ha hecho bien a lo largo de los siglos. Desde 1974 la homosexualidad ha dejado de ser considerada una enfermedad psiquiátrica o psicológica. Hoy sabemos que la homosexualidad existe en alrededor de 400 especies de animales, entre ellas el bonobo, que está muy cercano a los humanos en términos evolutivos. Examinado de cerca no hay elementos para considerarla “antinatural” como les gusta predicar y de paso les recordamos que la historia de Adán y Eva es un mito de la edad de Bronce para que dejen de repetir que el matrimonio se instauro en el Edén.
Queremos que sepan que la lucha por los derechos sexuales y reproductivos –dentro de la que se enmarca el matrimonio igualitario- seguirá, así como nuestra determinación por hacer respetar el Estado Laico. Esta lucha la ganaremos, así como se conquistaron las libertades a las cuales en el pasado si iglesia se opuso: la abolición de la monarquía, la democracia, el voto femenino, el ingreso de la mujer a la universidad, la libertad religiosa, la libertad de prensa, a la venta de métodos anticonceptivos, el matrimonio civil, el divorcio, entre otros.
Atentamente,
Ferney Yesyd Rodríguez Vargas